De San Martín de Trevejo salimos un lindo día,
!Ay, qué suerte que tuvimos, que ese día no llovía
Al puerto de Sta Clara el cole se dirigía
el camino se encontraba lleno de hojas caídas.
Caminando caminando llegamos hasta la cima
cansados y derrotados pero llenos de alegría
El otoño había llegado hasta allí, hasta la cima
Quedamos impresionados de la belleza que había
Colores que fueron verdes de amarillo se teñían
La primavera se fue y esta época venía.
Quedé muy entusiasmada de todo lo que veía,
todo fue perfecto allí en aquel bonito día.
NATALIA C.
Era un hermoso día de otoño. El suelo parecía una alfombra de hojas, algunas transparentes como las camisas que dejan las culebras, y los árboles como grandes paredes. NATALIA D.
Cuando llegamos al puerto, el aire estaba impregnado de ese olor tan característico a bosque.Hubo dos cosas que me quedaron sin palabras, el olivo de montaña, árbol rarísimo que tenía una hoja especial de tres picos, y "los abuelos", los árboles más viejos de allí. FELIPE.
Lo que más me gustó fue la subida, porque era la primera vez que veía un paisaje semejante. "Los abuelos" eran tan viejos y robustos que cuando intentabas abrazarlos parecía que abrazabas a un terrible oso. CAROLINA
En el autobús ibamos cantando y hablando. Cuando llegamos hacía mucho frío, pero íbamos por el camino admirando el paisaje.Estaba repleto de hojas. NEREA O
Comenzamos el descenso por una calzada romana,y al llegar al pueblo visitamos la plaza de S. Martín. Tiene una fuente, unos soportales y unos bancos para descansar. Fue un día muy divertido, pero llegamos cansados. JOSE VICENTE C
Mi corazón latía rapidamente y rebosaba de alegría. Me fascinaba ver cómo la otoñal manta de hojas contrastaba con las azuladas aguas del río. En el largo y extenso camino, los erizos se amontonaban cual alfiler en su alfilitero. A los lados del camino se alzaban grandiosos árboles que vestían el paisaje de hermosos colores. Las setas también adornaban el paseo, bellísimas setas que parecían haber salido de un cuento de duendes de diversas formas y colores. ALEJANDRO
Cuando parábamos y nos quedábamos en silencio, escuchábamos el maravilloso piar de los pájaros y el sonido que hacen las aguas al deslizarse por la montaña. La plaza del pueblo tenía una hermosa fuente. El pueblo es muy singular porque por sus calles hay riachelos de agua. SERGIO
Esta excursión fue maravillosa. Era como estar en un paraíso de hojas que volaban gracias al viento. El paisaje era asombroso, cascadas pequeñas , árboles de hasta más de 100 años y piedras muy extrañas. También había muchísimas castañas tan brillantes como las estrellas. LUCÍA R.
Nos encanta pensar que salimos todos juntos de excursión sin los padres. En un rato que tuvimos para merendar, aproveché para cogerle unas bonitas hojas a mi madre, pero lo mejor que pude guardar es el recuerdo en mi memoria de ese paisaje singular y fascinante, de gran interés para visitar. ! Qué cosas tan bonitas hay en Extremadura! IRENE
El aire puro chocaba contra las sonrojadas mejillas de mi rostro, tan suave, tan relajante. !Qué silencio!, !Qué calma! Comparado con las ciudades, eso era el paraíso. Sólo se oía el dulce y sonoro cantar de los pájaros y las hojas formaban una otoñal alfombra de diversos colores rojizos y naranjas. Paramos a comer en "los abuelos", los árboles más viejos de la zona. Me encantó ese momento en que charlábamos viendo las coloridas hojas de los árboles cayendo, flotando sobre el aire hasta llegar a formar parte del gran manto. NEREA T.
Había tantos grandiosos, esbeltos y deslumbrantes árboles como entornos exhuberantes y acogedores.Yo no podía dejar de parpadear ante tan inmensa belleza.Encontramos vistosas setas como si fueran piruletas, y castañas como trocitos de chocolate. Me sentí en otra dimensión, porque había un manto de hojarasca y árboles formando un arco. Parecía que los árboles hubieran soltado sus hojas para conmemorar
nuestra llegada.Pensé que si los árboles habían hecho eso por nosotros,
nosotros debíamos cuidar su entorno y no dejar basura allí. ANTONIO
Lo
único que se quedó en mi memoria fue el paisaje, esos árboles que
parece que se abalanzan, pero no, sino que se mantienen en perfecto
equilibrio. Las hojas de maravillosos colores inundaban el suelo.
Después del largo camino, San Martín, el pintoresco pueblo que
tanta historia esconde detrás de esos gruesos muros de piedra.
Pequeños riachuelos intervenían en nuestros pasos, y esquivándolos,
llegamos hasta la plaza con una gran fuente que se alzaba ante
nosotros. Desde allí, nos fuimos al autobús rumbo a Coria. LUCÍA
VIDAL